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Destinada a los gemelos alfas

Chapter 27
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27

La lengua del lobo macho se introdujo en la pequeña cavidad húmeda de la loba buscando su lengua

para enrollarla con la suya. El pequeño cuerpo en sus brazos se estremeció y comenzó a temblar y

eso estimuló aún más a Ethan. Ella estaba reaccionando a él. Sonriendo levemente reforzó aún más el

beso. Chupando,besando, mordiendo, sorbiendo hasta que el sabor de su mate se impregnara en su

boca. Podia estar haciendo eso todo el tiempo y no se aburriría. Si solo ella no tuviera el olor de su

hermano todo sería mejor.

-No-la escuchó articular pobremente cuando separó su boca para dejar entrar aire entre ellos No…

quiero. – Por qué dices eso – Ethan chupó su labio inferior y la arrastró hasta pegar la espalda de ella

a la pared y meter su pierna entre los muslos de ella impidiendo que pudiera moverse mucho. Esa

posición le hizo recordar la primera vez que la había encontrado y casi habían tenido sexo en el

bosque. Esa noche la tenía guardada en su mente y la repetía una y otra vez. Ethan no hizo caso a las

réplicas de ella y siguió con su beso. El sonido húmedo de la saliva entre ellos fue audible en toda la

celda de forma abscena.

El cuerpo de la loba se sacudió un poco más y él se separó esperando ver el rostro saciado y excitado

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de ella, pero en cambio, se encontró con los ojos llorosos de ella y terror en su rostro. – Por favor, no-

ella casi sollozó intentando empujar el pecho de él con sus manos cerradas inútilmente.

La reacción de él hizo que la sonrisa de Ethan desapareciera por completo y gruñó lo que hizo que ella

se encogiera en el lugar.

-¿Por qué?- él se inclinó hasta que su nariz estuvo rozando con la de ella – ¿Por qué no puedo

besarte, hacerte mia? Se lo permitiste a mi hermano. Tienes el olor de él, él si te tocó. Acaso yo no

soy tu mate. Tengo el derecho de tocarte, de marcarte, de hacerte mía- la voz del macho era

sumamente grave y mostraba que estaba molesto. Las manos de él ahora agarraban los brazos de

ella de una forma dura que dejarían marcas en la piel de ella. Clara solo pudo negar con la cabeza

agitando su cabello y toda temblorosa. – Él no me ha hecho suya- intentó entrar en razón con él pero

parecía en vano. Los ojos dorados de Ethan estaban completamente relucientes.

Y fue cuando ella se dio cuenta que este lobo no era tan diferente a su hermano. Mas no tuvo mucho

tiempo de pensar. Ethan se inclinó aún más y terminó mordiendo el cuello de ella con fuerza. Clara

soltó un grito de dolor al sentir los colmillos de él romper su piel y el olor a sangre inundó la habitación.

Esta vez las lágrimas de ella bajaron por sus mejillas. -¿Por qué? – ella sollozó con voz rota. Siempre

era así. Todos le hacían daño. – Porque eres mía- Ethan alzó la cabeza lamiendo la sangre de su

boca. Su rostro mortalmente serio.

Clara bajo la suya y se militó a llorar. Sentía su pecho apretado. No sabía que había sido peor.

Encontrar a su mate y separarse de su padre para meterse en aquella locura, o volver con él donde

tampoco era feliz.

¿Qué hice mal?- no pudo evitar decir y ante sus palabras el agarre del lobo se hizo más suave

Yo no soy mala. ¿Por qué todos me maltratan?- sus sollozos se hicieron aún más fuertes. Ethan miró

a la loba que parecia no tener consuelo y parte de la rabia en su interior mermó un poco de su cuerpo

Abrazó a Clara contra él, aunque ella mostró resistencia al inicio. -Shhh. Tranquila-acarició la cabeza

de ella de forma suave, intentando no ser tan brusco con ella, pero realmente no sabía cómo consolar.

Nunca lo había hecho, aun cuando su madre habia estado en sus peores momentos. Ella le hubiera

desgarrado el cuello si hubiera mostrado tan debilidad

Aun así, Clara no se calmó. Siguió llorando, aunque no lo empujó más. Su cuerpo se volvió suave

contra el del lobo Ethan aprovechó y girándosela se sentó en el suelo con ella sobre su regazó. Tenia

la intención de besar su cuerpo, marcarla con su olor con más fuerza, hacerla suya si fuera necesario.

La idea de pegarla contra la pared inclinando su espalda para que mostrara su trasero hacia él y

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donde buscaría su pequeño sexo donde se introduciría hasta lo más profundo pasó por su cabeza y su

miembro palpito dentro de su ropa. Oh, si, eso seria realmente satisfactorio, pero recordó el estado de

ella y apretó sus labios para no grunir. Aquello era realmente una tortura. Sin embargo, no dejaria

pasar la oportunidad que tenía entre sus manos de poder aprovechar para tocarla. Solo esperaría que

se calmara lo suficiente y la excitaria con sus feromonas. Y no tuvo que esperar mucho. La loba poco

a poco dejó de sollozar contra él. Clara lloraba casi sin consuelo, apenas moviéndose. Aterrada de

estar junto con él. Todas las feromonas que exudaba del cuerpo masculino indicaban una cosa. Quería

follar con ella y marcarla como suya. Y eso ella no lo quería, no de la forma salvaje y animal que la

tenia aterrada. Quería salir de allí. Estar lejos de los dos lobos. De su padre, de la manada.

(«Déjame espacio. Es mi turno» la voz en su cabeza resonó y como siempre ocurría cuando tenía

miedo, dejó que aquello que ahora conocía tomara el control. Había descubierto que era mucho mejor

quedarse en aquella oscuridad, cálida, pero sobre todo segura.

Los ojos de Clara se abrieron con el iris tornándose rojizo y dejando de llorar. Alzó los brazos para

envolverlos alrededor del cuello del lobo y este no mostró resistencia sin saber que era lo que ella

planeaba. Clara acomodó su cuerpo y sin que él pudiera ver el brillo de sus ojos, ella abrió la boca y

rompió la piel de su cuello directo a su yugular. Con eso estaba segura que su cuerpo se volvería aun

más fuerte.